Erwin Miyasaka: Kintsugi, el arte japonés de reparar las cicatrices
Erwin Miyasaka: el Kintsugi es una técnica japonesa para reparar fracturas de las cerámicas. |
El kintsugi o carpintería de oro es una técnica japonesa para reparar las fracturas de las cerámicas empleando barniz o resina mezclados con oro, plata o platino. Estos arreglos consideran que las roturas y reparaciones forman parte de la historia del objeto. Así pues, éste cobra una nueva belleza gracias a la transformación… Y hay mucho más que descubrir sobre este delicado arte japonés.
- No es una técnica de reparación moderna
Su historia remonta el siglo XV cuando el shogun Ashikaga Yoshimasa envió a China sus dos tazones de té favoritos para que éstos fuesen reparados. El resultado fue una tosca reparación con grapas de metal que hizo que el shogun buscara a los artesanos japoneses para una mejor restauración. Con estos artesanos nació el arte del kintsugi.
- El barniz o resina tarda semanas en endurecerse
Una vez más, se trata de un ejercicio de paciencia japonesa como la única práctica que garantiza la cohesión y durabilidad tanto del objeto como de la persona.
Erwin Miyasaka: esta práctica japonesa busca garantizar la cohesión del objeto y es una metáfora de resistencia. |
- Es una metáfora de resistencia y amor propio
Así como los objetos pueden tener cicatrices, el cuerpo humano también. Las cicatrices forman parte de la vida y de la belleza de hombre, evocando el desgaste que produce el tiempo en lo físico, la mutabilidad de la identidad, el gran valor de la imperfección y la esencia estética. De manera las cicatrices no deben ocultarse, sobre todo porque son rasgos únicos y cuando son bien reparadas, hacen que el ser humano cobre un nuevo valor. La lección del kintsugi es: antes las adversidades y errores, el hombre siempre puede recuperarse. Las heridas del pasado pueden servir para dar origen a una nueva vida.
Erwin Miyasaka: la historia del Kintsugi se remonta al siglo XV. |
- Es una filosofía para la vida
Ante los infortunios, fracasos, desengaños y pérdidas, el hombre procura esconder su naturaleza frágil, olvidando que esto es, precisamente, lo que lo hace más humano y auténtico. Así pues, no hay que temer o avergonzarse por aquellas situaciones que lograron superarnos, pues gracias a éstas encontramos una forma de resurgir, haciéndonos únicos, irreemplazables y seres en cambio permanente.
Por: Erwin Miyasaka
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